Infecciones vulvovaginales

Infecciones vulvovaginales

La vagina, al igual que la boca y el ano, es un medio dónde conviven múltiples microorganismos que forman parte de la flora normal de la misma. El ecosistema vaginal está en constante cambio y cualquier alteración puede provocar una infección vaginal. Se estima que 1 de cada 4 mujeres tienen algún tipo de infección vaginal que le provoca alteraciones en el flujo. De ellas, en este primera parte, nos centraremos en las tres más frecuentes: vaginosis bacteriana, micosis vulvovaginal y tricomoniasis.

VAGINOSIS BACTERIANA: se debe a una alteración en el equilibrio del ecosistema bacteriano vaginal. NO es una ITS (infección de transmisión sexual) aunque raramente se produce en pacientes sin relaciones sexuales. El 80% de las mujeres afectadas NO tiene síntomas, siendo el más frecuente, la presencia de flujo abundante, blanco-grisáceo y con “olor a pescado”. No suele ir acompañado de picor, molestias al orinar o dolor en las relaciones sexuales. Son factores de riesgo: las mujeres de raza negra, fumadoras y el uso de duchas vaginales o productos de higiene intravaginal. Aunque NO es considerada una ITS, su frecuencia aumenta con el número de parejas sexuales o pareja nueva en el último mes, sin diferencia entre relaciones homo o heterosexuales.

El diagnóstico se basa en el análisis al microscópico del flujo en fresco y con tinción Gram. Es muy importante un diagnóstico correcto mediante una exploración ginecológica y del flujo vaginal para su correcto tratamiento. Sólo deberán tratarse las mujeres que presenten síntomas.

MICOSIS VULVOVAGINAL (MVV): 3 de cada 4 mujeres han padecido al menos un episodio a lo largo de su vida. Ocupan el 25% de las vulvovaginitis. Están causadas en un 90% de los casos por el hongo llamado Cándida Albicans. Existen múltiples factores predisponentes como la diabetes, respuesta inmune del organismo disminuida, embarazo, abuso y mal uso de antibióticos, etc. Y también factores que la favorecen tales como: uso de sustancias irritantes, relaciones sexuales frecuentes, sexo oral, uso continuo de compresas o humedad en genitales. Aunque el 20% de las mujeres puede no presentar síntomas, los más frecuentes son el picor intenso, escozor, molestias al orinar o con las relaciones y la presencia de flujo abundante, espeso de aspecto como un yogur. El diagnóstico se basa en la observación de los hongos mediante examen en fresco del flujo al microscopio (diagnóstico inmediato) o el cultivo de exudado vaginal (tarda 5-7 días). De la misma forma que la vaginosis, no se trata en mujeres que no presenten clínica y es muy importante un correcto diagnóstico para evitar el sobretratamiento.
Además, el uso de productos tópicos (de uso vaginal) puede debilitar los preservativos.

TRICOMONIASIS: a diferencia de las dos descritas previamente, la infección por Trichomona vaginalis es exclusivamente de transmisión sexual y de alta tasa de infectividad por lo que siempre debe tratarse a la pareja. Además, se asocia a otras ITS y a vaginosis bacteriana. El 50% de las mujeres y el 90% de los hombres no presentan síntomas. Cuando los hay, aparece un flujo amarillo-verdoso y espumoso. Además se acompaña de dolor vaginal, dolor con las relaciones sexuales o sangrado tras el coito. A veces, incluso dolor abdominal. A la exploración es característica la presencia de inflamación del cuello de útero por lo que es muy importante una evaluación ginecológica en la que además, se descarten complicaciones. El diagnóstico una vez más, es a través de la observación del microorganismo en el flujo mediante microscopio que es inmediato (también mediante citología o cultivo). El tratamiento consiste en antibióticos orales.

Como conclusión, si usted presenta cualquier alteración de su flujo vaginal normal u otra sintomatología se recomienda consultar con su ginecólogo para un correcto diagnóstico y tratamiento.